domingo, 4 de junio de 2006

MEDITACIÓN - Pedid, y se os dará

MEDITACIÓN

“Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.”

Comienza ahora a ponerte cómodo y centrar tu mente y corazón en el Dios morador. Al hacerlo, medita en estas palabras: "Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá”.

Al reflexionar en estas palabras de fe y respirar profundamente, permite que tus pensamientos sean sólo de Dios según abres tu corazón y mente en oración…

Siento serenidad según descanso en la quietud de la paz perfecta de Dios.

Pido paz sabiendo que con cada pensamiento y cada aliento que tomo, la paz llena mi ser. Al tranquilizar mis pensamientos, entro en el silencio y abro mi corazón a Dios. La paz fluye en cada célula de mi cuerpo.

En la tranquilidad de la presencia de Dios, estoy consciente del reino del cielo, el reino de paz en mí. En este reino, encuentro fortaleza, sabiduría y protección. Éste es mi santuario ahora y para siempre. Siento protección, serenidad y seguridad.

Al descansar en la presencia sosegadora de Dios, me calmo, relajo mi cuerpo y continúo en oración…

La luz de Dios ilumina el sendero ante mí. Mi camino es claro.

Busco la sabiduría de Dios y la encuentro en mí. Miro a Dios en vez de cualquier desafío que pueda enfrentar, sabiendo que la luz divina me guía más allá de cualquier inseguridad y me llena de valor para seguir adelante. Vivo y me muevo en Dios con una visión clara.

Tengo confianza al caminar en mi sendero y tomar decisiones en el momento y lugar correctos. Estoy unido a la voluntad del bien de Dios según continúo en mi camino hacia una nueva comprensión espiritual, sabiendo que mi vida se realiza.

Con la seguridad de la guía divina, confío en Dios mientras oro…

Mi mente y mi cuerpo expresan la vida radiante de Dios. Gozo de plenitud.

En unidad con Dios, declaro mi fe en el poder divino que me sana ahora. Tengo la fortaleza y habilidad para vencer cualquier idea de enfermedad en mi cuerpo.

La vida radiante de Dios me fortalece y me renueva. Consciente de esto, siento que la vida divina me llena de energía y vitalidad. Descanso con la idea de salud perfecta e integridad.

Expresando la vida de Dios al manifestar perfecta sanidad, vuelvo al silencio de la oración…

Estoy receptivo al rico fluir de ideas divinas, las cuales traen prosperidad a mi vida.

Ahora libero cualquier pensamiento de limitación y abro mi mente a ideas prósperas. Las ideas divinas fluyen de mí, y recibo inspiración para aumentar mi provisión y enriquecer mi vida. La puerta se abre ampliamente a la abundancia de la sustancia de Dios en mí. Doy gracias por esta sustancia que toma forma de riqueza de armonía, serenidad y felicidad en mi vida.

Con aceptación gozosa, sé que la sustancia de Dios es infinita y me bendice para siempre.

La gratitud se vierte de mi corazón a Dios mientras continúo en oración…

En la paz de la presencia de Dios, vuelve al momento actual. Permite que tu corazón exprese gratitud a Dios por estos sagrados momentos de inspiración y amor divinos que te han dado un conocimiento nuevo de Su presencia y poder.

“Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.” Haz una pausa y absorbe esta sencilla afirmación de fe en el amor y la abundancia de Dios, puedes concluir tu momento de meditación con la “Oración de protección”:

La luz de Dios me rodea;
el amor de Dios me envuelve;
el poder de Dios me protege;
la presencia de Dios vela por mí.
¡Dondequiera que estoy, está Dios!

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