miércoles, 21 de marzo de 2007

Sobre la transformación espiritual...

Cuando estás con una persona, cuando hablas con ella, puedes percibirla de muchas formas, pero sólo una estará en la verdad y es percibirla tal y como es, como la realidad que es, pues todo lo demás son proyecciones nuestras que hacemos hacia esa persona.

Vivimos a la otra persona únicamente cuando nos vivimos a nosotros mismos, pues si vivimos en la realidad, vivimos también la realidad de la otra persona pues la otra persona y yo somos lo mismo, y por tanto, yo, como realidad que soy, vivo a la otra persona como realidad que es.

Las proyecciones no nos apartan de nuestra verdadera esencia, de nuestra verdad, de nuestra realidad, pero nos impiden vivirla en su plenitud.

Nosotros ya somos nosotros, ya somos realidad, lo que ocurre es que muchas veces no la vivimos porque estamos proyectando a través de nuestra mente falsas ideas y esto produce discriminación y el pensar que no somos todos iguales, lo cual es falso, porque todos somos la realidad que somos.

Dios está en todas partes pues Dios es la realidad misma y nosotros somos una copia de esa realidad, somos algo real, formamos parte de la realidad pero tampoco somos la realidad en sí, pues la realidad en sí es Dios, Dios es la idea de realidad y nosotros somos algo real que forma parte de la realidad, pero no somos la realidad en sí, por eso somos Hijos e Hijas de Dios y estamos creados a su imagen y semejanza.

En mi opinión la enseñanza es un caos, se deberían elegir las asignaturas que uno quisiera, pero no es así, lamentablemente todo está orientado a las empresas, al trabajo, y esto es un crucial error, así se destruye toda la creatividad. Luego hay asignaturas como bases de datos o autómatas, que nos mandan memorizar algoritmos en vez de enseñarnos a de dónde salen, etc., pero a pesar de todo, esto tampoco es importante, lo realmente importante es ser uno mismo, o por lo menos, llegar a serlo, todo lo demás es ilusión y no existe.

Sólo existimos nosotros mismos, lo que verdaderamente somos, y la verdad, que nos acompaña a todas partes, sólo tenemos que descubrirla para llegar a experimentar lo que realmente somos.

Cuando tenemos miedo o deseamos algo, lo que hacemos, es vivir una situación externa en vez de vivirnos a nosotros mismos. Cuando nos vivimos a nosotros mismos, no nos vivimos como algo externo a nosotros, que no por ello deja de ser una proyección nuestra, es decir, que el deseo, es algo que parte de nosotros, pero que no tiene que ver con nosotros. Parte de nosotros porque estamos identificando nuestro ser con el objeto de deseo y hacemos el objeto de deseo idéntico a nuestro ser, así, si dicho objeto se separa de nosotros, entonces sufrimos porque estamos experimentando nuestra separación con respecto a dicho objeto, pero dicha identificación, es una ilusión, es creerse algo que no es, algo que no existe, es imaginarse algo ilusorio, porque nosotros no tenemos nada que ver con ese objeto y sin embargo, nos identificamos con él, lo hacemos nuestro y esta proyección nuestra hacia ese objeto, es una proyección porque parte de nosotros, sin embargo, no forma parte de nosotros, pues nosotros, somos lo que somos en realidad, todo lo demás es ilusión. Al identificarte con un objeto, como puede ser el cuerpo o un caramelo, estás creyendo que tú eres el cuerpo, el caramelo, pero esto es falso, es una ilusión por ser algo que tú crees, que crees, pero que no es cierto por ser simplemente una creencia.

La realidad está más allá de toda creencia, la realidad es lo que es, no lo que aparenta ser, lo que aparenta ser es una ilusión, no es nada real. Por eso, lo importante es hacer todo con buena intención, todo lo demás no es importante.

Cuando todo se hace con el corazón, no hay nada que temer porque siempre se estará haciendo bien. Trabajar con buena intención, dormir con buena intención, comer con buena intención, con buenos pensamientos, con amor, con compasión, etc.

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