viernes, 13 de noviembre de 2009

EL MAESTRO INTERIOR


La exquisita sensibilidad del ser humano, conferida por la presencia del Maestro Interior o YO espiritual, hace su verdadera manifestación cuando aprendemos a unirlo a nuestra alma y entonces, actúa desde el UNO -más allá de toda separatividad-; permitiéndonos transcurrir la existencia sin daño alguno, abarcando de este modo, el espectro que va desde lo denso hacia lo sutil, como signo inequívoco de la evolución del hombre sobre la Tierra. Cuando el alma despierta de su sueño, se torna inquieta y busca afanosamente nuevas formas de expresión; pero realmente alcanza la excelencia, cuando prepondera la grandeza de lo pequeño y lo necesario es ajeno a lo superfluo; entonces la Vida, con la magia del silencio amable, nos invita a realizar la revolución interior y a descubrir la otredad en el amor al prójimo; disfrutando la fuerza inmensa de la mansedumbre. El sólo hecho de darnos cuenta, acerca de lo que sucede a cada instante, nos permite aumentar nuestro nivel de percepción a cada momento; muy especialmente en este tiempo que vivimos, donde las estructuras se caen a cada instante, por el peso mismo que les otorgó el egocentrismo, mientras renace con simultaneidad el hombre nuevo; como individuo centrado, capaz de transmutar la limitación en posibilidad y las tinieblas en Luz. Ya sabemos que el materialismo nos hizo buscar intensamente en la nada y casi nos hace creer, el sinsentido de la existencia, invitándonos constantemente a la autodestrucción. Sin embargo, por la fuerza sanadora de la crisis, hoy nos es posible desprendernos del temor a morir y a renacer en cada acto; porque ya estamos llegando al momento adecuado, para conjugar la inmanencia con la trascendencia, por la gracia del Amor y la Sabiduría Universal. Lanzarse al vacío, practicando el desapego en cada acto, es integrarse a sí mismo hasta alcanzar la plenitud necesaria para comprender, que vivir en el Ser, es servir al Amor.


Néstor Hugo Almagro

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