miércoles, 11 de marzo de 2015

Personalidades toxicas y pasos para protegernos

   
1. Negativos.Ven el mundo a través de lentes oscuros. Y a ti te toca la ardua tarea de elevarles el ánimo, lo cual es como subir una gran piedra montaña arriba. `Tengo que buscar trabajo’, dice. `Ahora hay muchas oportunidades en tu campo’, le dices tú. `Sí, pero a mi edad…’, responde. `La experiencia vale de mucho’, señalas. `Ay, pero las empresas prefieren personas jóvenes…’. Llega el momento en que tú, que tratabas de animarla, acabas más deprimida que ella, y temiendo por tu futuro laboral.

2. Los quejumbrosos.
Se pasan la vida lamentándose de lo mismo y `lo mismo’, y lo mismo: puede ser la pareja, el empleo, los hijos, la situación país, la economía, pero nada hacen para cambiar la situación. En realidad, esta persona solo quiere y parece vivir para quejarse y sufrir, pues esto le produce un alivio, aunque sin ninguna duda, este alivio es solamente momentáneo. ¿Tú? Después de una sesión maratónica de quejas y sufrimientos, en la que al final nada se resuelve, acabas extenuado.

3. Los criticones.Ponen objeción a todo lo que dices y haces; para ellos, tú nunca das la medida, o la horma o la talla. Por supuesto, insisten en que las críticas son `por tu bien’. Pero la realidad es que te dejan por el suelo. Por regla general, estas personas le encuentran un defecto a todo: la película, la cena, el servicio en el restaurante… ¡Son irritantes y ¡agotadoras!

4. Los belicosos.Cualquier incidente, por mínimo que sea, un llamado, un mensaje, el clima, la espera, un olor, un gesto ...definitivamente todo provoca en ellos una reacción agresiva. Sientes que debes vigilar lo que dices o haces, para evitar encender la hoguera, porque cuando estallan, ¡Un volcán parece que ha hecho erupción! ¡Así sencillamente arde Troya! Y esto termina apagando tu espíritu.

5. Los débiles e indefensos.Constantemente necesitan que hables por ellos, los defiendas, los apoyes, los protejas… porque ellos, pobrecitos, no saben valerse por sí mismos. Pero, sin duda, llevar todo ese peso sobre tus espaldas te quita hasta la última gota de energía. ¿Ellos? Tranquilos y felices, porque no tienen que hacerse responsables por sí mismos. En este grupo hay que incluir a los `poca cosa’ que practican la agresión pasiva; esos que, después de un desacuerdo, te juran que no te guardan rencor… pero luego se olvidan, por ejemplo, de pasar por ti a la hora comprometida, o de hacer lo que dicen que harían. Es su forma indirecta de castigarte.


6. Los sarcásticos.Sus comentarios —crueles, burlones, en fin: sarcásticos— pueden resultar chistosos, pero cuando ese humor tan denso y negro siempre va dirigido a ti, acaba por minar tu espíritu. Después de una sesión de ironías y comentarios ácidos, te sientes dolid@ e insultad@. Su humor hiriente es tóxico para el alma, porque siempre golpea donde más nos duele.

7. Los catastróficos.Siempre están hablando de huracanes, enfermedades, muertes, desgracias y colapsos económicos. Para ellos, la vida es un peligro inminente, y si algo va a ocurrir, seguramente será muy malo. Cinco minutos con ellos acaban destrozando tus nervios.

Los pasos claves para protegerte...

1. Reconocerlos. Determina en qué categoría cae esa persona que te deja drenada anímicamente. De esta manera nunca te tomara desprevenida, pues ya sabes cómo opera.

2. Mantener el balance interior. Para evitar el contagio, muchas veces entender por qué esa persona tiene ese efecto sobre ti, te ayuda a protegerte de su influencia negativa. Cuando sabes que es el/la, y no tú, la que tiene un problema porque es negativa, belicosa, catastrófica, etc., porque mantener una distancia emocional que te permite observar su comportamiento `desde afuera’, sin que te afecte.

3. Alejarte. Si esta persona en nada es esencial en tu vida, puedes diluir la relación. Muchas veces la costumbre nos `ata’ a amistades tóxicas.

4. Sanar la relación. Si la relación es importante para ti, aconsejo que le dejes saber a esa persona de qué manera te está afectando su comportamiento. No se trata de enfrentarla, herirla ni atacarla. En el momento oportuno, cuando ambas estén en buenos términos, es la oportunidad para hacerle saber que, justamente porque la quieres y valoras la relación, tienes algo que decirle. `Cuando haces/dices tal cosa, yo me siento tensa/triste/ansiosa/ofendida....etc. Te pido que evites hacerlo´. Esto puede iniciar un diálogo muy sano para ambos y llevarles a la resignificacion si ambas partes están dispuestas a cooperar y ayudarse.



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1 comentario:

Unknown dijo...

Cada vez mas, cuando me encuentro con personas así, me entra un horrible dolor de cabeza que no se me pasa hasta que no me alejo de dicha persona.
Es impresionante como otra gente con sus estados anímicos puede llegar a afectar nuestro propio cuerpo.